“Los datos no son información, la información no es conocimiento, el conocimiento no es comprensión, la comprensión no es sabiduría”.
Clifford Stoll, astrónomo y escritor.
Colaboración por Daniel España
En tiempos en que los datos y el acceso la información se proponen ilimitados, es más fácil que nunca caer en la trampa de la confusión, del ruido, de la falta de entendimiento sobre un tema en particular.
Así, mientras tratábamos de entender qué era eso del Coronavirus, un informe del Departamento de Estados Unidos mostró que fuera de ese país se generaron casi 2 millones de tweets promoviendo teorías de conspiración en apenas tres semanas, justo después de la dispersión de la patología fuera de China.
De esa misma manera, las ahora famosas ‘bodegas de tuiteros’, sacuden las redes de cuando en cuando utilizando acciones orquestadas para distorsionar la percepción sobre situaciones o personas desde etiquetas taquilleras como #LosCachosDeLaJuvinao, #NoVeoNoticiasUno, #RespeteALosNinosSamper o #LosTestaferrosDeSantos.
Y es así como los hechos (y los virus) se vuelven más peligrosos (o más contagiosos) en la sola percepción, en la falta de contexto, en la ausencia de fuentes creíbles y formales, se convierten en un caldo de cultivo perfecto para las noticias falsas.
Basta recordar lo que sucedió la pasada noche en que el gobierno decretó Toque de Queda en Bogotá, donde las imágenes de medios y los rumores de redes permitieron contar a dos manos los grupos de vecinos armados con palos y varillas que esperaban en la calle por supuestos grupos de saqueadores acechando masivamente sus casas y conjuntos.
Y ahí las lecciones deberían ser claras y contundentes: los vacíos de información y entendimiento pueden ser llenados de maneras erradas (con o sin intención) por terceros; si uno no es capaz de construir su propia imagen, otras la crearán por uno, y los errores de comunicación son fáciles de capitalizar, sobre todo si se conectan fuera de contexto y bajo argumentos que aunque aparenten ser adecuados, pueden ser imprecisos.
Es por eso que las marcas se deben llevar aprendizajes urgentes de estas coyunturas para cuidar su imagen, actuar antes de las crisis y construir los mensajes, acciones y canales para controlar la orientación de la conversación incluso antes de que pueda comenzar, blindando con argumentos las conversaciones antes de que sea necesario contener, sembrando antes de tener que cosechar.
Y en todo caso, también desde la otra orilla, infórmese antes de opinar, entienda antes de actuar y comprenda mejor el contexto para tomar decisiones. Entonces no solo podrá tener una mejor comunicación, sino que no será manipulado por las intenciones, intereses o el desconocimiento de quienes no han entendido el poder de las redes como medios directos de comunicación.
Al final, no importa el bando. Si va a jugar, aprenda las reglas, rodéese del equipo adecuado y alístese para competir y no perder el juego por la simple (y compleja) falta de entendimiento.