Dicen que cuando tenemos un problema que no sabemos cómo resolver, la mejor forma de empezar es dividiéndolo en partes; desmenuzarlo, ver cómo está compuesto y empezar a resolverlo de a poco. La experiencia de trabajo hoy es un problema para la mayoría de las empresas que no están ni cerca de tenerlo resuelto. Y a su vez está en la mira, me atrevería a decir, como nunca antes. Y esto tiene que ver con un cambio conceptual: entender que la clave para una mayor productividad no está en sacar el máximo provecho de los empleados, sino de empoderarlos para que puedan alcanzar su mejor rendimiento. Las empresas más importantes a nivel global están rediseñando la experiencia de trabajo, ya que es uno de los factores principales para incrementar el compromiso del staff, retener talentos, aumentar la productividad e impulsar el negocio. Pero concretamente ¿cómo se compone la experiencia de trabajo?
La experiencia de trabajo de una persona está compuesta por tres aspectos: dónde trabajas, cómo trabajas y por qué trabajas. Entender y trabajar sobre estos puntos es lo que toda empresa debe hacer, o al menos el punto de partida, para comenzar a crear una experiencia de trabajo renovada.
Los cubículos no funcionan y los espacios abiertos tampoco
De hecho, nada bajo el concepto “lo mismo sirve para todos” va a funcionar por esto y por los altos costos de real estate es que muchas empresas están dejando de tener oficinas propias. Existen personas que solo pueden concentrarse para trabajar en oficinas con mayor privacidad, otros prefieren espacios abiertos donde estén en constante contacto con sus compañeros de trabajo. Algunos empleados prefieren trabajar desde sus casas y evitar viajar a la oficina sobre todo en ciudades como México DF, Bogotá o San Pablo donde las personas pierden entre 270 y 150 horas al año en el tránsito (INRIX 2018). Otros no creen ser capaces de enfocarse en casa. Pero los espacios de trabajo no son sólo físicos, las empresas deben poder crear espacios de trabajo digitales que empoderen a los empleados para trabajar desde donde se sientan más inspirados y esos espacios de trabajo tampoco pueden ser iguales para todos. El camino hacia una buena experiencia de trabajo está cada vez más cerca de la personalización, de darnos el poder de elegir y llevar nuestro potencial a un nuevo nivel, reduciendo la necesidad de que tengamos que esforzarnos para adaptarnos a un contexto que no nos favorece.
Eliminar el ruido para poder concentrarnos en el “trabajo real”
La vida de cualquier empleado de oficina implica loggerase en múltiples aplicaciones, perder un 20% del tiempo en buscar la información que necesitamos para trabajar, completar POs, autorizar pagos, vacaciones, entre otros y seguir procesos internos repetitivos. Estas acciones, muchas veces ligadas a la tecnología, matan nuestra creatividad al ser una distracción constante. De hecho se calcula que sufrimos 1100 interrupciones al día o cada dos minutos. Sin embargo, la tecnología adecuada puede ayudarnos a mejorar nuestra interacción con esas actividades que no son nuestro foco para que podamos concentrarnos en lo que realmente importa, en el trabajo real para el que fuimos contratados. La forma en la que trabajamos está evolucionando de la mano de tecnologías que ponen al empleado y sus necesidades en el centro de la escena. Se trata de crear espacios de trabajo que fluyan en oposición a aquellos que ponen trabas a nuestra creatividad y consumen nuestro tiempo.
Crear una cultura de confianza, autonomía y espacio para dar forma a los valores de la empresa
Una vez que tenemos ese empleo que nos gusta (a.k.a lo que nos apasiona sumado a un buen salario) nos daremos cuenta que también elegimos trabajar en un lugar por otras razones y una de ellas es la cultura de la empresa. La cultura es una parte importante de la experiencia de trabajo; en tiempos de movilidad crear una cultura de confianza es fundamental. Se trata de darle autonomía al staff y trabajar en liderazgos que dejen atrás la necesidad de tener a los empleados a la vista. También es importante aportarles actividades que contribuyan a su crecimiento, como capacitaciones, entrenamientos. Y también actividades que fomenten el trabajo en equipo tanto presencial como virtual. Todo esto es clave a la hora de retener talentos, sobre todo si hablamos de las nuevas generaciones ya que un estudio de Deloitte estima que los millennials duran un promedio de 5 años en una misma empresa y los centennials sólo 8 meses.
La experiencia de trabajo es importante. Pero más importante es asumir que debemos construirla todos los días y este es un trabajo que va desde el CEO hasta todas las gerencias. Requiere de planificar, observar, pero sobre todo de poner a las personas en un rol protagónico tomando decisiones donde el objetivo sea impulsarlos, darles lo mejor. Porque el resto vendrá de la mano de una fuerza laboral inspirada, motivada y comprometida.