Mucho tiene que ver la automedicación con la influencia de los instagramers, youtubers o generadores de contenido ya que muchos de sus usuarios al sentir la confianza en ellos priorizan el contenido expuesto por encima de la opinión de un experto
Por: Laura Torres
Hemos llegado al punto que pesa más un like que años de experiencia y conocimientos, pareciera que la palabra influencer es superior al especialista, al medico y al profesional.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la automedicación es el propio tratamiento de los signos y síntomas de enfermedad que las personas padecen o es el cuidado que los individuos hacen de su propia salud y bienestar, incluyendo el que hacen a los miembros de su familia y a otros fuera de este ámbito. En el sector salud se considera que es la primera etapa de atención; en la cuál se estima que resuelve cerca de 80-90% de los problemas de salud.
El mundo está atravesando unos de los mayores retos sanitarios y médicos de la época contemporánea. La rápida propagación de las enfermedades y virus como el COVID-19 parece que también va de la mano con la veloz información que recibimos sin detenernos a pensar la veracidad de su procedencia. Y es que es tanta la influencia de las redes sociales que este tema ahora supone un importante reto para la salud pública, ya que pone en peligro en muchos casos la vida de las personas.
Cada vez seguimos más a las marcas o individuos que más nos gustan a través de sus perfiles en redes sociales, perfiles que en muchos casos están soportados por grandes campañas de publicidad y conocimiento experiencial y no comprobable, generando que los usuarios -que pueden llegar a ser pacientes clínicos- consuman sin ningún tipo de reproche toda la información suministrada por el personaje detrás de la red.
En este álgido momento que se vive, es común ver cómo se difunde contenido falso incitando a ingerir medicamentos, vitaminas y hasta hierbas para prevenir, erradicar o eliminar el coronavirus. En este sentido mucho tiene que ver la automedicación con la influencia de los instagramers, youtubers o generadores de contenido ya que muchos de sus usuarios al sentir la confianza en ellos priorizan el contenido expuesto por encima de la opinión de un experto, llegando a convertir su padecimiento o afección en algo mucho más peligroso de lo que ya era.
Es fácil difundir mensajes positivos, pero también situaciones tan peligrosas como el uso indebido de fármacos sujetos a prescripción médica. Es aquí donde empieza un problema que ha dado mucho que hablar en los últimos meses y que, lejos de solucionarse, parece enredarse cada día más con la aparición de nuevos casos. La utilización de medicamentos por iniciativa propia sin ninguna intervención por parte del médico (ni en el diagnóstico de la enfermedad, ni en la prescripción o supervisión del tratamiento) ahora va de la mano de la influencia de las redes sociales y sus protagonistas.
Y es tan llamativo el tema que ya en las redes andan circulando medicamentos de prevención y tratamientos para el COVID-19. Si bien la automedicación en un hábito común en nuestra sociedad y no quiere decir que se está exento de riesgos. En el caso puntual del coronavirus si utilizamos medicamentos no recetados para el dolor de cabeza, para problemas gástricos, para relajarnos, para la tos, para la alergia, en muchos casos algunos medicamentos podrían dificultar el diagnóstico.
Es importante que situaciones de alto riesgo como las que se vive en estos meses las personas tengan en cuenta que los medicamentos no sólo actúan de acuerdo a sus componentes, sino también según las características particulares de la persona que los ingiere: si alguien está recién operado, por ejemplo, una simple aspirina puede ocasionarle una hemorragia, por sus propiedades anticoagulantes. De esta manera, si en las redes es tendencia algún tipo de medicamento o tratamiento natural se debe tener en cuenta que los fármacos y la medicina natural pueden tener efectos colaterales; por eso un médico siempre debe verificar en qué situación los beneficios de un medicamento son mayores que sus riesgos potenciales.