Por: Juan Camilo Motta, Consultor Gestión Empresarial
La pandemia COVID-19 nos ha llevado por la fuerza a efectuar cambios importantes en la vida cotidiana, ya sea porque millones de Colombianos perdieron sus empleos, vieron reducidos sus ingresos o los comercios obligados a cerrar mientras los gobiernos implementan políticas que normalmente llevan años diseñarlas, como el teletrabajo, que tomo el liderazgo de tendencia para apoyar nuestra realidad actual. Muchos se preguntan cómo será la vida después de esto, y en los últimos días ha suscitado la discusión en varios gobiernos del mundo frente a disminuir la semana laboral de 5 a 4 días.
La Primera Ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, quien ha sido admirada mundialmente por su manejo de la Pandemia y otras crisis, sugirió recientemente que los empleadores deberían considerar una semana laboral de cuatro días para dar a las personas más flexibilidad y ayudar a impulsar la economía después de Covid-19. De igual forma, políticos Canadienses están proponiendo una semana laboral de cuatro días como una forma de ayudar a aumentar el gasto turístico local una vez que la pandemia COVID-19 sea controlada; e incluso España se está sumando a la discusión planteando la posibilidad de una reducción de la jornada semanal, incluso de aquellos que descartaban esta idea antes de marzo de este año.
Este planteamiento, no es nuevo para los Gobiernos y se ha discutido en muchas ocasiones, analizando los impactos económicos, la relación productividad-tiempo, la apropiación de la cultural organizacional, entre muchos otras factores. Pero hoy, esta propuesta puede ser una alternativa, no solo para el bienestar general de la población (que hablare más adelante) sino también como una de las opciones para apoyar la reactivación económica del sector más afectado y sufrido durante este crisis: El turismo y la recreación.
Con relación a los temas de resistencia al cambio y apropiación de nuevas metodologías que se habla en el mundo organizacional, la pandemia nos ha dejado una gran lección “para el cambio solo necesitas un gran motivador”, como paso con el Teletrabajo y el COVID-19. El confinamiento suscitado alrededor del mundo han provocado que muchos trabajadores y empresarios se replanteen su relación con el tiempo-espacio laboral, tras meses de trabajo en casa. Por una parte, han visto que necesitaban menos de lo que creían para implementar una medida como el teletrabajo, por el otro, que la productividad de sus trabajadores en su mayoría sigue siendo la misma y hasta ha aumentado. Muchos compañeros y conocidos afirman que sienten que trabajan más ahora que lo que trabajaban en la oficina.
El 10 de junio de 1930, J.M. Keynes dictó en la Residencia de Estudiantes de Madrid la conferencia: “Posible situación económica de nuestros nietos”: donde manifestó que como consecuencia del incremento de la productividad, gracias a la innovación tecnológica, la jornada laboral no se extendería más allá de las 15 horas semanales a partir de 2030[i]. Tal vez lejos de esa realidad, nos encontramos en el momento de discutir nuevas formas de mejorar la calidad de vida de los seres humanos en armonía con el crecimiento económico para garantizar estabilidad y equidad en el desarrollo de la sociedad.
Ejemplo de ello y un acercamiento a la teoría de Keynes, Microsoft Japón en agosto de 2019 cerro sus oficina cada viernes, estableciendo una semana laboral de cuatro días, lo que condujo a un aumento del 40% en la productividad comparado con el mismo mes del año 2018 y redujo el consumo de electricidad en un 23,3% y de papel un 58,7%[ii]. La compañía había teorizado que liberar un día adicional por semana para el ocio dejaría a sus empleados renovados y productivos. Adicionalmente, una teoría de por qué la productividad no bajo, es por que la mayor parte de la jornada laboral de ocho horas, las personas no se dedican a trabajar; se estima que solo entre 3 a 6 horas es el tiempo que se la pasan trabajando. El resto del tiempo generalmente se desperdicia, se gasta en el trabajo porque ese es el requisito: el tiempo y no el resultado.
Son varios los beneficios que se podrían llegar a conseguir implementando una jornada laboral de 4 días, que en nuestra situación actual implicarían una oportunidad para apoyar la reactivación de sectores más afectados, turnos de trabajo que permitan disminuir la aglomeración de grupos de personas, una mejora sustancial en la calidad de vida y realmente el cambio de mentalidad en la forma en que debemos vivir a futuro que tanto proclaman en las redes sociales con la vida post pandemia. Ahora solo queda que tanto Gobernantes como empresarios construyan el camino hacia este nueva mundo de posibilidades, evitando tanto burocracia para tomar acción.
[i] Robots y empleo: ¿se cumplirá la profecía de Keynes?, Jesús R. Mercader Uguina- El Confidencial de Madrid, 22 diciembre 2016
[ii] Los resultados del experimento de Microsoft con una semana laboral de cuatro días: más productividad y menos gastos,