Y bueno, continúa el mundial de fútbol 2014. Señoras y señores, ¡todo ha
cambiado! Las mujeres hemos tomado cartas en el asunto y ahora también
somos partícipes en este deporte.
Antes, nos convertíamos en una combinación de pantera-tigre-cocodrilo (la
popular patico): Godzilla, Vicky-Vicky y hasta Doña Florinda; todo, porque los
hombres de la casa se iban a “conectar” literalmente frente al televisor,
quedando obnubilados, brutos, y sordo mudos; el mundo simplemente se
acababa, se detenía, eran ellos y sus partidos.
Ya no somos esas colegialas que veíamos muy de vez en cuando un partido de
fútbol solo por las caras bonitas de los jugadores, los rudos tatuados, o las
piernas de los otros.
A ese plan íbamos a rastras, obligadas y hasta chantajeadas, y se volvía una
especie de fiesta de 15; los hombres en su asunto y las mujeres en un rincón, y
en el peor de los casos, en la cocina, criticando y quejándose de todo.
Ahora, manejamos el lenguaje técnico, hacemos barra, nos la jugamos en una
polla, tomamos cerveza, armamos el plan y portamos la camiseta.
Nos volvimos la mejor compañía para muchos hombres; no hay nada más sexy
que debatir con argumentos el ataque, la táctica y todo lo que implica un
partido.
Conocemos de jugadores y equipos, aunque muchos aún se queden con la
boca abierta por la cantidad de datos que sabemos.
Por supuesto, lo mejor de todo y en especial de este mundial, es que todos,
hasta el perro, no se quieren perder ni un minuto de nuestra selección
Colombia. Jamás había sido tan emocionante ver cómo las familias se reúnen
en torno al televisor y al unísono viven una misma pasión.
Creo que jamás había visto tanta gente haciendo lo que sea por no perderse un
partido; los porteros terminarán con tortícolis, las señoras del aseo dejarán
pisos tan brillantes como espejo en las entradas de las oficinas donde están los
televisores, porque ellas simulan limpiar la misma sección una y otra vez solo
para ver jugar a la selección, sufrir como cualquiera y gritar los goles; incluso
se ven extrañas y elaboradas conexiones eléctricas en la calle, para que esa
caja mágica, aunque vieja, nos muestre incluso, en blanco y negro el juego del
día.
Nosotras tenemos las últimas aplicaciones en nuestro celular, camuflamos
radios en ponchos y con cabello (sí, es algo de ver para creer), hacemos que
trabajamos, revisamos twitter cada segundo y todo, con tal de no perdernos
detalle alguno.
Es que la loca pasión por el fútbol, se ha vuelto el agosto y la navidad de todos;
es un gana-gana en todas partes: los bares, las tiendas de barrio, los
vendedores ambulantes, las tiendas deportivas, en cualquier esquina y en
todas partes, encuentras banderas, camisetas y cualquier elemento
relacionado con el mundial de Brasil 2014 y la selección Colombia; de hecho
hemos pagado lo que sea y terminamos más felices que nunca.
Es sorprendente ver también la otra cara de la moneda. He conocido cualquier
cantidad de hombres (aunque usted no lo crea) a los que no les gusta el fútbol;
por ejemplo, en mi salón, somos nosotras las que literalmente rogamos ‘capar’
clase para ver un partido, mientras unos cuantos hombres prefieren andar por
ahí.
Y es que hay infinidad de opciones para ver un partido, no importa la fecha o la
hora, si ese día se trabaja o no. Un grupo de amigos se pone de acuerdo en
una casa, un bar, la tienda de la esquina, un televisor en la mitad de la calle o
en la cuadra del barrio, con unas picadas, sean elaboradas o de paquete y, los
mejores anfitriones del mundo, se inventarán un asado.
Al final, elija la opción que sea, solamente viva esos 90 minutos de juego como
nunca; pero no se acalore con el vecino, ¡Ojo! Juego limpio señoras y señores,
disfrútelo en familia si puede, si quiere; vívalo, como sea, donde sea y con
quien sea; solo tenga presente que es un juego y como tal es un rato de
esparcimiento, ¡Disfrútelo!
Ahora bien, solo queda esperar que suene nuevamente, el Himno Nacional y
ruede el balón.
¡Vamos mi selección!