Estar o no estar conectados, esa parece ser la cuestión. Desde la llegada de los dispositivos inteligentes al mercado el uso masivo de la tecnología se ha convertido en un hábito más que en una comodidad o status de vida. Tanto apego parece tener un límite, al menos para aquellos que lo ven como una adicción y consideran que es momento de desintoxicar a la sociedad.
Si revisas tu smartphone constantemente aún cuando no recibiste una notificación, si navegas por la redes sociales de forma ilimitada, si tu forma de relacionarte con otras personas por excelencia es por medio de Internet, o si consideras que la era “Smart” te permite estar atento y en contacto con los demás, entonces, probablemente seas un tecno-adicto.
La adicción a la tecnología es estudiada e interpretada desde hace mucho tiempo, y aunque no está considerada como una enfermedad, los síntomas de las personas que utilizan en demasía sus artefactos tecnológicos son muy similares a aquellos que dependen de algún tipo de droga, según lo consideran analistas como Marc Masio, psicólogo y creador del Programa Desconect@.
Masio, como otros tantos colegas, buscan la forma de desenchufar a las personas de sus smartphones y volver a conectarlos con la vida real. Esta suerte de desintoxicación se denomina “digital detox” y es una tendencia cada vez más creciente en el mundo entero. Desde técnicas de meditación, retiros espirituales, internaciones en hospitales y análisis grupales o individuales, intentan apaciguar la voracidad con que la tecnología y la era de la conectividad recaen sobre la sociedad actual.
Apaga tu celular
La prueba es determinante. Apaga tu smartphone al menos por unas veinticuatro horas y evalúa qué sucede durante ese plazo de tiempo. También qué te sucede una vez que finaliza la veda.
Debido a que cada vez más acciones sociales se pueden concretar por medio de Internet, los dispositivos inteligentes se convirtieron en una extensión más del cuerpo humano para muchas personas, por lo que no consideran siquiera la posibilidad de apagarlos, tanto como nadie piensa en quitarse una mano o quedar sordo.
Sin embargo, la utilización de estos aparatos sí genera incapacidades similares a la pérdida de algún sentido: la falta de atención, el silencio prolongado y hasta el sedentarismo son consecuencias de la dependencia con la tecnología inteligente.
Diversas campañas pretendieron combatir conductas sociales como el phubbing, término que nació en la Universidad de Sidney y con el que se pretendió denominar al “comportamiento de las personas que se desconectan de la sociedad para conectarse a sus smartphones”. Entre ellas se pueden reconocer el post en YouTube realizado porGary Turk llamado Look up que alcanzó más de 50 millones de visitas, o I Forgot My Phoneque superó los 47 millones de visitas y que, con un discurso sensible, muestra cómo nos afecta la dependencia tecnológica.
También se han desarrollado aplicaciones para controlar el uso de un smartphone, como FaceUp o Quality Time, algunos ejemplos de las diversas formas en que los mismos desarrollos tecnológicos se cruzan de vereda y ayudan al usuario a desconectarse apagando el celular en un tiempo determinado o haciendo un registro de cuánto uso le damos a las herramientas que ofrecen conectividad ilimitada.
Métodos de desintoxicación
El digital detox no es una campaña en contra del uso de la tecnología presente o futura, tampoco es una alarma sobre cuánto puede perjudicarnos este tipo de conductas adictivas, sino más bien es un proceso de desintoxicación que ayuda a las personas a tomar conciencia acerca de cómo seguir conectados con nuestra vida real y aún así tener una experiencia digital.
Psiquiatras como Takashi Sumioka, han generado programas de desintoxicación atendiendo a las investigaciones gubernamentales que hacen referencia de que sólo en el 2013 el 60% de los estudiantes de la secundaria de Japón empiezan su contacto con el mundo digital desde pequeños y por ello muestran evidencias de adicción.
El modelo de digital detox de Sumioka implica que quienes quieran desintoxicarse deberían escribir sus experiencias en un diario durante unos seis meses, al menos, período en el cual no harán uso de un smartphone, ni de Internet. Según el psiquiatra este es el mínimo de tiempo requerido para “curarse”. Finalmente podrán ver “hasta qué punto están sometidos” y producir entonces el cambio que les sea más conveniente.
Pero no siempre es tan drástico y prolongado el proceso, muchos se han hecho eco de la tendencia digital detox y la han incorporado a su manera. En este sentido, diferentes bares y restaurantes en distintas partes del mundo han incorporado en sus mesas contenedores para dejar los celulares apagados durante la hora de la comida, por citar un ejemplo de una sencilla forma de convocar a la desintoxicación.
También se han popularizado actividades o retiros de grupos de personas que se ayudan entre sí en el camino de desintoxicación. Unplugged Weekend es una experiencia paga de pocos días donde los participantes intercambian sus smartphones y realizan ejercicios con conversaciones cara a cara para dejar apagados sus equipos y cerradas las sesiones de las redes sociales.
Mientras que en Londres, Niall Campbell, especialista en adicciones del hospital Priorato, lleva a cabo rehabilitaciones individuales para casos extremos de adicción y en donde se requiere una internación.
Como hemos visto, no siempre hay que recurrir a la hospitalización de la adicción, también es posible hospedarse en un lugar donde la premisa es tomarse un respiro de las vicisitudes del mundo moderno. Se trata del hostal Caldey Abadía Santa Filomena ubicado en una isla en Gales en donde se acompaña el retiro con visitas a la ciudad y programas de meditación por la mañana y por la noche.
Siguiendo la misma línea, Levi Felix y Brooke Dean, ex socios de una start-up, instalaron una casa de huéspedes en Camboya que realiza retiros budistas afines para lograr una desintoxicación digital exitosa.
En este caso, como otros, reciben a las personas que tienen miedo a perderse en el ciberespacio, reacciones que se las conocen como “Fomo”. Sus conductas son apreciadas por sí mismos o por su entorno como una adicción y el interés por modificar la conducta es más que importante ya que nadie puede ser obligado a una desintoxicación digital.
Casualidades y causalidades
La advertencia de una posible adicción, la necesidad de volver a sociabilizar de la manera tradicional y hasta la intolerancia hacia el otro pueden ser suficientes causas como para intentar una desintoxicación digital. Sin embargo, quienes lo han hecho coinciden que la mayoría de los casos son casualidades, más que causalidades la que impulsan el digital detox.
¿Alguna vez se te cayó el smartphone a la bañera por usarlo mientras estas en el baño, o dejó de funcionar cuando ya está fuera de garantía y no tienes dinero para reemplazarlo rápidamente? Durante este período en que tus manos dejaron de sostener el smartphone y que tu mente dejó de activarse esperando las notificaciones de Facebook o Instagram, ¿qué sucedió?
Según advierten, esta es la forma más usual de comenzar una desintoxicación, y gracias a estos accidentes, el digital detox se empezó a convertir en una tendencia que pretende recuperar las relaciones cara a cara.
Fuente: DonWeb.com