Por: @estaciondaniel
Cuando uno se detiene a ver las propuestas de los candidatos a la Alcaldía de Bogotá, es fácil ver seguridad, educación, salud, movilidad, empleo, inversión, medio ambiente e incluso cuidado animal, pero lo difícil es encontrar propuestas vinculadas con la innovación y la transformación de las ciudades desde la tecnología.
Y esto no es solo promover la creación de un Anillo de Innovación o un Laboratorio de coCreación, como lo propone la señora Clara López; la innovación en la educación, como está prevista en el programa De Rafael Pardo; o en la actualización de la infraestructura como insinúa Enrique Peñalosa, y tampoco en la seguridad de Francisco Santos.
La verdadera transformación TI debe ser transversal y completa. Debería ser parte de los cimientos programáticos de una alcaldía del mañana, una verdadera opción diferente para considerar en las urnas.
Imaginar una Bogotá donde se proponga el teletrabajo y no la restricción de uso como una de los principales soluciones para mejorar la movilidad, sería cuestión atractiva e innovadora. Una capital verdadera en que las soluciones de iluminación, seguridad y vigilancia utilicen la tecnología para ser más eficientes en su uso, pero luego también apliquen el big data y la analítica para encontrar patrones incluso ocultos en la inseguridad, la violencia y el robo que permitan desarrollar mejores estrategias de seguridad.
Mi ciudad (candidato) ideal tendría en sus planes ciudades donde mi relación con el estado puede ser fácil, económica y digital; donde mi atención en salud puede ser mejor e incluso puede ser remota gracias a sistemas eficientes de telemedicina.
Son tantas cosas las que podrían cambiar con el uso de sensores climáticos que permitan planear las necesidades de construcción y habitabilidad por microclimas, incluso revisando factores de riesgo del terreno en circunstancias particulares, así como las necesidades y desafíos que plantean coyunturas como las del ‘Fenómeno del Niño’, que parece obligatoria su presencia, siquiera lejana, en los planes de gobernabilidad de las capitales latinoamericanas.
Al final, una Bogotá Inteligente sería mucho mejor para vivir, pero también más atractiva para la inversión externa por su valor intrínseco, por un transporte público organizado con paradas inteligentes, con un uso productivo de la energía solar, una gestión inteligente, vigilada y monitoreada de la basura, el tránsito, la energía … las posibilidades son infinitas.
Hacerlo realidad no debe ser privilegio de Google o de las grandes tecnológicas en Silicon Valley, sino que debe hacer parte de las oportunidades de reinventar una ciudad que en los últimos ocho años se ha venido tan a menos, que permite pensar que en otros ocho años Bogotá podría transformarse en una capital vanguardista, incluyente, transparente y conectada con las personas, consciente de sí misma y de su futuro, uno más competitivo, ecológico y eficiente en beneficio de todos sus habitantes.