De acuerdo con el estudio realizado por Global Entrepreneurship Monitor (GEM), la tasa de emprendimientos subió durante la pandemia debido a que miles de personas perdieron sus empleos en el marco de la emergencia sanitaria. También señala que, durante 2020, el país presentó una medida de actividad emprendedora (TEA) del 31,1 por ciento, compuesta en gran parte por emprendedores nacientes que representan el 55 por ciento de los nuevos negocios.
Teniendo en cuenta este contexto, y en el marco del “Día mundial del emprendimiento”, que se celebra el 16 de abril, el profesor Luis Carlos Arraut, director del Laboratorio de Creatividad e Innovación “El patio”, de la Universidad Tecnológica de Bolívar (UTB), comparte algunas recomendaciones para para fomentar la creatividad al momento de emprender.
1- La importancia de la creatividad desde el momento cero. El proceso creativo debe comenzar desde la ideación del negocio, para generar una idea única y viable, es decir, realizable. Para demostrar que una idea puede ser realizada, el emprendedor debe poner en marcha metodologías y técnicas de emprendimiento que deben arrojar como resultado que la idea ofrece la solución a un problema dentro del entorno y que, por ende, representa una oportunidad de éxito.
2- ¿Se puede desarrollar la creatividad sin generar innovación? Ser creativos al momento de innovar resulta necesario. El profesor Arraut señala que la creatividad sin innovación no existe y que ambas deben convivir y trabajar juntas.
Por lo tanto, la innovación es un proceso que inicia con la capacidad de crear ideas novedosas y, a partir de allí, se instaura un emprendimiento para llevarlo a la realidad. Es decir, el proceso empieza con la creatividad, pasa por la innovación y termina con el emprendimiento.
3- Fomentar la innovación desde la academia. Es importante que desde los programas universitarios se fomente el pensamiento crítico y, al mismo tiempo, creativo, para que la personas puedan contar con las destrezas necesarias que les permitan desarrollar ideas disruptivas que se transformen en realidad.
Finalmente, Arraut señala: “Desde la UTB fomentamos las habilidades emprendedoras para que los estudiantes puedan materializar una idea con el menor porcentaje de fracaso, por lo que no debe ser vista como una materia curricular que enseña a crear empresas, sino que debe permitirles a las personas generar nuevas soluciones que exigen las organizaciones, los diferentes entornos y las unidades productivas”.