En los últimos dos años, América Latina ha tenido un surgimiento exponencial de nuevas empresas financieras basadas en plataformas tecnológicas conocidas como Fintech. Según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Finnovista, empresa aceleradora de proyectos de este tipo, tres de cada cinco empresas de estas características (60,1%) fueron establecidas entre 2014 y 2016.
En total, el estudio identifica un total de 703 emprendimientos Fintech en 15 países, que se constituyen como nuevos actores que en ciertos segmentos compiten con las instituciones financieras tradicionales, desafiando sus modelos de negocio con una oferta de soluciones que incluye servicios innovadores y tecnologías que se observan a nivel global.
Brasil es el país que aporta el mayor número de emprendimientos con 230 firmas, seguido por México con 180. Luego vienen Colombia (84), Argentina (72) y Chile (65). Entre los 5 países concentran casi un 90% de la actividad Fintech en América Latina.
“Aunque todavía se discute si la transformación del sector tendrá lugar por la vía de la competencia o más bien de la colaboración entre unas y otras, sí es claro que los cambios no tienen marcha atrás, y las Fintech contribuirán a reducir la brecha de financiamiento que afecta al sector productivo de la región”, dice Juan Antonio Ketterer, Jefe de la División de Conectividad, Mercados y Finanzas del BID.
Entre los encuestados Fintech, el 41,3% afirma que su misión es servir a clientes que permanecen excluidos o sub-atendidos por el sector de servicios financieros tradicionales, ya sean personas o pequeñas y medianas empresas. Por ejemplo, en 2016, Felipe Morel y los hermanos Patrick y Christian Real crearon en Chile la empresa Chita, para ofrecer liquidez online ‘más rápida que nunca’ y anticipar las cuentas por cobrar de forma simple, “visualizando que del total de empresas en Chile, solo el 5-7% accede al factoring ya sea por costos o desconocimiento”.
En efecto, una de las mayores diferencias que existen entre la región y los países desarrollados es que existe un gran sector de la población -el 49%, según cifras de Global Findex- que todavía no tiene acceso a servicios financieros formales, “convirtiendo a la inclusión financiera en uno de los grandes objetivos del siglo XXI para gobiernos, agencias de desarrollo, bancos multilaterales y ONG de América Latina”, señala Andrés Fontao, cofundador de Finnovista.
Es importante señalar que una de cada cuatro empresas Fintech (25,6%) operan como plataformas alternativas de financiación, ofreciendo préstamos, financiamiento colaborativo (crowdfunding) o financiación por medio de la intermediación de facturas. Entre ellas, aparece Gosocket, red social empresarial que conecta empresas a partir de las facturas electrónicas emitidas y recibidas. “A partir de dicha conexión, lo que ha hecho esta empresa es ofrecer servicios de valor agregado de carácter financiero como operativo. Hoy, conecta entre sí a más de 1 millón de empresas latinoamericanas”, dice su CEO, Mario Fernández.
Este crecimiento está dado por la innovación, “porque si bien parte como aplicación para facturas electrónicas, rápidamente ha derivado a una serie de otros servicios gratuitos que les dan mayor valor, funcionalidades para los pagos de las facturas recibidas, factoring, gestión de cobros, entre otras”, agrega.
Para 2017, se espera que Gosocket sobrepase el billón de facturas en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Perú y Uruguay, liderando en la región.
Otros servicios relevantes que ofrecen las empresas Fintech en la región son soluciones de pagos (25,2%), gestión de finanzas empresariales (13,2%) y gestión de finanzas personales (9,8%).
A pesar de esta fuerza que adquiere el mundo Fintech, los “baches en el camino” y cambios requeridos en la región no son menores: no solo existe una brecha de financiamiento o fondeo importante en comparación con Estados Unidos o Europa, sino que además la escasez del talento necesario a menudo ralentiza el esfuerzo de una empresa joven por lograr escala.
Asimismo, se debe tener en cuenta que la regulación puede operar como barrera e inhibir el crecimiento hacia fuera del país, debido a que los marcos regulatorios bajo los cuales operan los servicios financieros de cada nación son distintos. De las empresas que respondieron la encuesta, solo el 19,6% indicaron que operan en más de un país, sin duda, una cifra baja.
Pero a pesar de lo anterior, la digitalización del sector financiero abre las puertas para que emprendedores ambiciosos aceleren la innovación y cambien las formas en que la población ha interactuado hasta ahora con sus servicios financieros.