Detrás de ésta entrega de “X-Men: Días del futuro pasado” se tenía claro ordenar un poco el caos
que se había creado en las diferentes entregas de la historia, entre idas y venidas de personajes,
series y adaptaciones muy libres de los cómics sin seguir una narrativa de la historia; sin duda
Bryan Singer lo ha conseguido, ha conseguido que el espectador ahora tenga un mapa más claro
de la trama y de los personajes de X-Men y nos metió de lleno en la historia.
Lograr que alguien se meta en la historia X-Men y entender con una sóla entrega, las otras que han
logrado dejar disperso a los seguidores, con muchas preguntas abiertas; es muy duro lograrlo pero
a través del argumento trazado en los viajes en el tiempo ha sido sencillo darle solución. Y es que
la trama – tomada de los números 141 y 142 del cómic-, nos logra trasladar a un futuro realmente
apocalíptico, donde los mutantes luchan para poder sobrevivir ante la eminente amenaza de los
temibles centinelas; los supervivientes, liderados por Chales Xavier y Magneto, unirán fuerzas para
enviar a los años 70´s a Wolverine, quién deberá convencer a los jóvenes Xavier (el profesor),
Magneto y Raven para evitar que Trask Industries llevé a ejecución el proyecto de los despiadados
Centinelas que acabarán con la raza mutante.
Por todo esto “X-Men: Días del futuro pasado” se convierte al tiempo, primero en una precuela de
la saga que se inició en el año 2000 y es a la vez secuela del film entregado en el 2011; es algo que
parecer muy complicado pero que Singer lo ha conseguido con un viaje en el tiempo. El viaje a los
años 70 de Wolverine para encontrarse con un Charles Xavier (Profesor) destrozado, un criminal
Magneto y una irreverente Raven que está lleno de miedo a cambiar lo que se debe y poder
empeorar el presente (en algunos momentos de la película el futuro). El ritmo de la película
marcado por los regresos al futuro hace que esta cinta sea interesante y se mantenga la tensión.
Además, y no hace falta que se diga, “X-Men” ha sido una alegoría clara sobre el racismo y todo
aquello de no aceptar lo diferente y temerle por simple ignorancia. En esta entrega, una vez más,
los mutantes luchan contra su extinción y por una convivencia más sana con los humanos, que en
realidad puede ser benéfica para ambas partes.
A pesar de lo que se ha dicho de lo intensa y tensionante que en ocasione spuede ser la cinta,
tambipen cuenta con algunos toques de humor, mayormente protagonizados por Wolverine y
algunos complices del proceso. La comedia que Singer le impregna, logra que la película sea más
ligera y se vayan ciertos momentos de tensión o en las largas secuencias de acción. Y como cierre,
no puedo dejar de comentar la música y es que la banda sonora es acertada, efectiva y pegadiza,
compuesta por John Ottman.