En el marco del “Día mundial de las telecomunicaciones y de la sociedad de la información”, que se celebra mañana 17 de mayo, la aspiración de alcanzar la conectividad universal efectiva se hace más patente que nunca.
De hecho, la Oficina del Enviado del Secretario General de las Naciones Unidas para la Tecnología y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) anunciaron un nuevo conjunto de metas de las Naciones Unidas que tiene como objetivo alcanzar la conectividad digital universal y efectiva para 2030.
Estas metas otorgan prioridad a la universalidad, la tecnología y la asequibilidad para que todos puedan beneficiarse plenamente de la conectividad. Sin embargo, y tal como lo señaló Houlin Zhao, secretario general de la UIT, “la conectividad universal por sí sola no es suficiente para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible[1]”.
En el mundo, actualmente más de 4.900 millones de personas cuentan con una conexión a Internet, es decir, más del 60 por ciento de la población global. No obstante, en muchos casos esta conectividad es poco fiable, ya sea porque es demasiado lenta o cara, o ambas, incluso.
De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), se ha incrementado el uso del Internet por parte de los colombianos, en su mayoría por parte de jóvenes entre los 12 y 24 años (84,1 por ciento), seguidos por personas de 24 a 54 años (76,3 por ciento). Se trata de un indicador que muestra la existencia de un fenómeno de apropiación digital por parte de personas adultas.
Por otra parte, el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTIC) de Colombia tiene como meta para agosto de 2022 que el 70 por ciento del país esté conectado a la supercarretera de la información, por lo que las acciones de las empresas que se generen en esta etapa serán fundamentales para alcanzar tales objetivos.
Esta realidad nos obliga a enfocarnos en la dimensión cualitativa del desafío que implica alcanzar la conectividad digital universal y efectiva, y que no basta solo con llevar conexiones a todos los rincones, sino que deben ser rápidas, robustas, estables y seguras.
Las metas de la UIT para 2030 plantean que las conexiones de banda ancha deberán ser superiores a 10 Mb/s. En el caso de las escuelas, se aspira a que sean de, al menos, 20 Mb/s. Si actualmente la capacidad técnica nos permite contar con conexiones de fibra óptica con velocidades que comienzan en los 300 Mb/s, claramente estamos reduciendo las brechas en materia de calidad, lo que implica que nuestros esfuerzos como industria de las telecomunicaciones se deben enfocar en la expansión territorial de la infraestructura tecnológica; desde conectar zonas geográficas aisladas o de difícil acceso, hasta incrementar la capilaridad de los puntos de conexión en los centros urbanos.
Junto con eso, las conexiones deben ser cada día más asequibles para todos. Al respecto, la Comisión de Banda Ancha de las Naciones Unidas plantea que el costo mensual por el servicio de banda ancha básico debe ser inferior al 2 por ciento del ingreso mensual per cápita. Como segundo escalón en esta meta de asequibilidad, el costo de conectarse a Internet con un estándar mínimo de calidad no debería superar el 2 por ciento del ingreso promedio del 40 por ciento más pobre de la población.
Afortunadamente, los proveedores de telecomunicaciones, en general, tienen la capacidad técnica y comercial para ofrecerles a sus clientes mejores tecnologías, más accesos y precios atractivos, lo que demuestra que el avance destinado a contar con conexiones más asequibles para todos es un proceso en franco desarrollo.
Alcanzar la conectividad universal efectiva para 2030 es el desafío que hay que superar. Entonces, orientar nuestro quehacer al logro de este objetivo es fundamental para contribuir al progreso de la sociedad.
[1] https://www.itu.int/es/mediacentre/Pages/PR-2022-04-19-UN-targets-universal-meaningful-connectivity.aspx