La transición energética que se está evidenciando en el desarrollo mundial es muy grande. Los países han venido luchando por más de veinte años contra el cambio climático, adoptando nuevas acciones para reducir la huella de carbono en el mundo. De hecho, la Agencia Internacional de la Energía estima que, si se cumplen a tiempo todos los compromisos climáticos anunciados por Gobiernos del mundo, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes de la energía y los procesos industriales se reducirían en un 50 por ciento para 2050.
Katherine Blue, líder de ESG, cambió climático y transición energética para KPMG US, hablará sobre esto en su conferencia “Cambio climático y transición energética” durante el “7º Congreso Empresarial Colombiano” (CEC) y la “78ª Asamblea Nacional de Afiliados: Desafíos Cruciales para el futuro de Colombia”, de la ANDI.
Se estima que organizaciones de todo el mundo han invertido medio billón de dólares en la descarbonización y que más de mil grandes empresas se comprometieron a establecer un objetivo de emisiones para limitar el calentamiento a 1,5°C, meta establecida por el Acuerdo de París en la Conferencia de las Partes COP21 en diciembre de 2015.
Lo cierto es que el actual panorama geopolítico pone en entredicho la disposición de energía fiable y asequible. Aunque los indicios de ralentización del crecimiento económico han hecho que los precios del crudo disminuyan a principios de julio, los precios del crudo siguen siendo elevados, probablemente como resultado de los bajos inventarios y de la continua incertidumbre en torno al futuro suministro de petróleo de Rusia.
“Con los inventarios por debajo de la media de cinco años, la demanda constante de exportaciones de GNL de Estados Unidos y la elevada demanda de gas natural del sector eléctrico, estamos viendo cómo suben los precios de este hidrocarburo. La preparación global es un componente clave de nuestro puente hacia un futuro verde: un componente crítico de la transición energética es seguir produciendo petróleo y gas mientras aumenta nuestras capacidades en torno a las energías renovables”, afirma Blue.
En agosto de 2021, un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU y un panel aprobado por 195 gobiernos, afirmaba que la humanidad ya ha calentado el planeta aproximadamente 1,1°C, y que es probable que se alcancen o superen los 1,5 grados en las próximas dos décadas. Sin una reducción inmediata, rápida y a gran escala de las emisiones, limitar el calentamiento a 1,5° o, incluso a 2°, será inalcanzable.
A pesar de los compromisos asumidos por las organizaciones, los resultados tangibles siguen siendo muy pocos: solo el 25 por ciento de las organizaciones que han asumido compromisos en materia de ESG está en vías de cumplir los objetivos del Acuerdo de París.
Ahora bien, las organizaciones están sufriendo presiones en toda la cadena de suministro para descarbonizar sus operaciones y activos físicos, reconociendo que el 70 por ciento de las emisiones mundiales de efecto invernadero proceden de las infraestructuras. La estrategia de descarbonización exitosa debe crear valor para la organización y permitir la con un enfoque central en el diagnóstico y el análisis a nivel de activos.
Sin embargo, la descarbonización implica un cambio importante y las empresas deben identificar cómo el plan afecta a su estrategia en términos de modelos de negocio, inversiones y cadena de valor ascendente y descendente incluyendo productos, líneas de negocio, I+D y operaciones. Es posible que tengan que invertir en nuevas habilidades para empleados, el consejo de administración y los ejecutivos, lo que podría implicar la mejora de las competencias, la colaboración con terceros y académicos, así como definir nuevas funciones, responsabilidades y estructura organizativa.
“Basándose en los compromisos climáticos de los gobiernos de todo el mundo, la AIE estima que se crearán casi 15 millones de puestos de trabajo en el sector de la energía limpia de aquí a 2030, 10 millones de ellos en las áreas de modernización de infraestructuras y tecnologías dependientes. Esto supone una fantástica oportunidad para que las empresas energéticas atraigan a nuevos talentos que quizá, de otro modo, nunca habrían pensado en trabajar en el sector y que están entusiasmados con la idea de trabajar por un futuro con menos emisiones de carbono”, concluye la experta de KPMG US.