Si bien la electromovilidad es una tendencia que se viene desarrollando desde hace algunos años en todo el mundo, en Sudamérica recién se empieza a observar iniciativas muy fuertes y contundentes relacionadas con esta industria. Todavía queda un largo camino por recorrer, pero para lograr un crecimiento más acelerado es importante identificar los principales desafíos, analizar la realidad automotriz del país y generar un gran cambio en la sociedad.
“La movilidad eléctrica es muy importante en nuestro entorno al ser una solución para la crisis climática que enfrentamos. Todo el sistema de transporte es responsable de la contaminación, con cerca del 27 por ciento de las emisiones globales de carbono. Por ello, es fundamental y estratégico tener un cambio rápido en la infraestructura de las ciudades y del mismo transporte”, señala Regina Magalhaes, directora del segmento Automotive & Transportation para Sudamérica de Schneider Electric.
Cifras de la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible (Andemos) muestran que, en los últimos ocho años, esta industria se ha acelerado a tasas increíbles, con un crecimiento mayor al 17.000 por ciento, ya que mientras en 2012 fueron matriculados 35 vehículos, al cierre de 2020 se llegó a las 6.011, siendo Colombia el país líder en la región en venta de vehículos 100 por ciento eléctricos.
Frente a este escenario local y regional, Regina Magalhaes explica que existen cuatro puntos clave a tener en cuenta en el camino hacia la electromovilidad:
1. Creación de una red de infraestructuras de movilidad
Actualmente, la infraestructura en Sudamérica en carreteras, aeropuertos o puertos son un gran desafío. “Desafortunadamente, invertimos menos de lo necesario. Por eso, para que podamos tener un crecimiento más rápido y una infraestructura de calidad, la idea es invertir en las tecnologías digitales. Estamos camino a una electrificación, pero la tendencia al cambio debe girar en torno a todo el sistema de movilidad”, comenta la ejecutiva.
2. Movilidad como servicio
Cada vez se torna más importante contar con el acceso a un servicio que tener la propiedad de un activo. “Un vehículo es un activo muy caro y más cuando es eléctrico, pero si se cuenta con un acceso al servicio de movilidad, se logrará obtener menores costos y muchas ventajas. En la actualidad, la mayoría de las personas que tiene uno de estos autos solo usa el 10 por ciento del tiempo de su disponibilidad”, refiere Magalhaes.
La propuesta de servicios de movilidad establecidos podrá maximizar el uso de estos vehículos y contribuir a la sustentabilidad, así como a la reducción del problema del tráfico en las grandes ciudades, todo a un costo muy bajo para las empresas y los usuarios.
3. Garantías económicas
Más allá de los beneficios que ha otorgado el Gobierno nacional, reduciendo así a 0 por ciento el arancel para su importación, exceptuándolos de la modalidad de “Pico y placa” y estableciendo un impuesto vehicular de 1 por ciento sobre el valor del automotor, las entidades y empresas deben impulsar esta modalidad con programas de financiación e incentivos para poder hacer parte de esta apuesta en la reactivación.
4. Sostenibilidad
Lograr una movilidad sostenible es una condición para el futuro de todo sistema de transporte individual, colectivo, público o de logística. Por lo tanto, para que la infraestructura sea sólida y universalmente accesible, Schneider Electric cuenta con un sistema global que incluye, por ejemplo, cargadores eléctricos, que requieren de redes de energía de media y baja tensión, de buena calidad, que puedan garantizar su funcionamiento de forma segura y correcta.
“Si tiene un cargador en su casa, necesitará una infraestructura simple; sin embargo, si tiene cien cargadores en un edificio residencial, será necesario contar con un sistema más complejo. Asimismo, para un patio de buses eléctricos, se necesitará una infraestructura más grande. Por lo tanto, se necesitan equipos eléctricos modernos, conectables e inteligentes”.
El futuro de la electromovilidad en el país dependerá del desarrollo de aplicaciones y medidas que puedan realizar el Estado, las empresas y los usuarios, así como el uso de modernas tecnologías.
Un informe de EY señala que, si no se aplica ninguna medida, los vehículos eléctricos costarían lo mismo que uno convencional a partir de 2036, pero que si se generan cambios, la igualdad de costos se alcanzaría para 2025.