Aceptar un empleo espantoso. No se trata de imaginar el peor de los empleos, ni de terminar sacando fotocopias en la universidad donde estudia tu hermano menor, pero los malos empleos sirven para restregarse en la propia cara lo que no se está dispuesto a hacer. Si no, pregĂşntenles a los egresados de carreras humanĂsticas, que salieron huyendo de la docencia despuĂ©s de la primera quincena.
Renunciar al trabajo irresponsablemente. “DecidĂ que esto no conviene a mis planes, quiero cambiar de rumbo, gracias por todo, hasta nunca.” Si ya decidiste que no quieres saber nada más de ese jefe y ese escritorio, date el gusto de renunciar de la noche a la mañana, con derroche de falsa dignidad. Estarás construyendo pĂ©simas referencias, pero tienes veintitantos, asĂ que ya habrá tiempo suficiente para enmendar tu currĂculo.
Irte a vivir con una persona que te encanta (porque todavĂa no la conoces lo suficiente). Es decir que, si te dieras dos meses más para averiguar quiĂ©n es en realidad ese bombĂłn y quĂ© tan molestos son sus hábitos, saldrĂas huyendo antes de que se cumpliera el plazo.
Creer en el amor tal como se muestra en algunos libros y pelĂculas. TĂş sabes, monogamia, fidelidad de pensamiento, palabra y omisiĂłn, comprensiĂłn de tiempo completo, gastos equitativamente repartidos… Si no te das el lujo de creer en todo eso, no podrás comprobar que los poetas del siglo XII, esos que inventaron el cortejo amoroso, eran gente retorcida que hoy reencarna en seres horribles porque no han logrado superar su mal karma.
Gastar todo tu dinero en un viaje. Vender el automóvil, sacar los ahorros del banco, excederse incluso en la premura del itineriario. Ya habrá tiempo para recuperar lo gastado, aunque sea cometiendo el primer error de esta lista. Si quieres ponerle más peligro a la expedición, desaparece del mapa sin avisarle a nadie.
Estudiar algo verdaderamente impráctico. Dejar la carrera de finanzas en el tercer semestre para estudiar actuaciĂłn o guionismo o danza contemporánea. Si durante el tiempo de disidencia decides convertirte en actor, escritor o bailarĂn, entonces perfecto y ya quĂ© remedio. Si descubres que extrañas la posibilidad de un empleo más estable, vuelve a la universidad y termina la carrera. Total, lo bailado nadie te lo quita.